domingo, 10 de junio de 2012

Jornada Pro Orantibus en nuestra Diócesis


Damos gracias a Dios porque ha permitido que las monjas contemplativas de nuestra diócesis, de diferente carisma y nacionalidad, estuviéramos unidas en un mismo Espíritu celebrando con alegría y fervor el Misterio de la Santísima Trinidad, donde cantamos juntas: “Lo pequeño se anega en lo infinito”, estas palabras me parecen propias para todo cristiano pero en especial para esta vida silenciosa, sencilla  y oculta dedicada especialmente a la oración: la vida contemplativa que se celebra en este gran día.

Unidas con María cantamos las Vísperas solemnes que presidió Don Antonio,  en compañía de nuestro Visitador Don Ramón Mera. 

Disfrutamos de la presencia de Jesús Sacramentado en la casa de nuestras queridas hermanas del Santísimo Sacramento un grupo considerable de Agustinas, Clarisas, Carmelitas, Mercedarias, Dominicas y nosotras las Monjas Comendadoras del Espíritu Santo, que consideramos este día de vital importancia porque nuestro fundador el Bto. Guido de Montpellier nos dejó la siguiente consigna: “El Culto a la Augusta Trinidad sea tu principal ocupación, entre todas tus ocupaciones”, todos los días y en todo momento hemos de glorificar a la Santísima Trinidad, pero hoy lo hemos hecho unidas a nuestras demás hermanas.

El Reverendo Padre Don Antonio nos dirigió unas palabras recordándonos lo importante que es nuestra vocación contemplativa de intimidad con Cristo para la Iglesia, aunque la sociedad funcionalista actual no valore este estado de vida.

Después renovamos nuestros votos de obediencia, castidad y pobreza en presencia de Jesús Sacramentado, y una a una pusimos a sus pies nuestra vela con la intención de  permanecer siempre en su presencia irradiando su luz, tal como lo dice el salmo 34, lema de esta jornada: “Contempladlo y quedaréis radiantes” así como “La contemplación, luz de la Nueva Evangelización”. 

Creemos que la vida de oración tiene una manera misteriosa de iluminar el mundo, porque Cristo es la luz del mundo y quien se une a él, trasmite su luz. Una prueba de esto es que terminando nuestras Vísperas Solemnes disfrutamos de la presencia del Señor en las hermanas en una agradable convivencia tal como dice el salmo 133 “¡Mirad que estupendo, gustad que alegría el amor entre los hermanos”, y donde hay amor ahí esta Dios.

Con alegría regresamos a nuestros Monasterios para continuar celebrando en nuestras propias casas la alegría de ser hijas de Dios y la alegría de ser hermanas. 

Hemos querido compartir esto con todos vosotros y recordaros que siempre estáis presentes en nuestras oraciones. 

Monjas de la Orden Sancti Spiritus.
El Puerto de Santa María