Monseñor José Mazuelos viene haciendo seguimiento de los esfuerzo que coordinan Cáritas Diocesana y la delegación en Jerez de Manos Unidas
Monseñor José Mazuelos Pérez, obispo de Asidonia-Jerez, ha remitido a sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos de la Diócesis una carta que alienta a la preocupación activa por la reciente catástrofe de Haití. El prelado, de hecho, ha estado y está cercano a las organizaciones eclesiales que están desviviéndose por procurar ayuda desde aquí a los centenares de miles de personas que se han visto afectadas por este terremoto.
La epístola pone de manifiesto la tristeza con la que el pastor vive cuantas noticias van llegando de este país caribeño y recuerda "la larga tradición de presencia, callada pero eficaz, en ese país por medio de nuestras instituciones Cáritas y Manos Unidas, y la ingente labor de asistencia y educación que llevan a cabo los misioneros y misioneras, quienes, en nombre de Cristo y de la Iglesia entregan la vida por los demás".
Anuncia, además, que "la Iglesia no sólo ha estado presente desde el primer momento, sino que va a continuar en Haití cuando deje de ser noticia" y pide a todos la oración por los damnificados y que se organicen colectas que puedan paliar de algún modo la situación. Señala también que "nuestra ayuda material es un signo de que quienes sufren son nuestros hermanos e hijos de Dios, y a la vez una señal de cercanía y cariño para quienes allí trabajan con los pobres".
Mientras tanto, Cáritas Diocesana y Manos Unidas mantienen la comunicación con sus cabeceras nacionales e internacionales a fin de contribuir, desde aquí, a la aportación de ayuda conveniente. Del mismo modo no cesan los anuncios de las diferentes cuentas bancarías puestas, prácticamente en todas las instituciones financieras disponibles, al alcance de cuantos quieran aportar sus donativos.
Monseñor José Mazuelos Pérez, obispo de Asidonia-Jerez, ha remitido a sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos de la Diócesis una carta que alienta a la preocupación activa por la reciente catástrofe de Haití. El prelado, de hecho, ha estado y está cercano a las organizaciones eclesiales que están desviviéndose por procurar ayuda desde aquí a los centenares de miles de personas que se han visto afectadas por este terremoto.
La epístola pone de manifiesto la tristeza con la que el pastor vive cuantas noticias van llegando de este país caribeño y recuerda "la larga tradición de presencia, callada pero eficaz, en ese país por medio de nuestras instituciones Cáritas y Manos Unidas, y la ingente labor de asistencia y educación que llevan a cabo los misioneros y misioneras, quienes, en nombre de Cristo y de la Iglesia entregan la vida por los demás".
Anuncia, además, que "la Iglesia no sólo ha estado presente desde el primer momento, sino que va a continuar en Haití cuando deje de ser noticia" y pide a todos la oración por los damnificados y que se organicen colectas que puedan paliar de algún modo la situación. Señala también que "nuestra ayuda material es un signo de que quienes sufren son nuestros hermanos e hijos de Dios, y a la vez una señal de cercanía y cariño para quienes allí trabajan con los pobres".
Mientras tanto, Cáritas Diocesana y Manos Unidas mantienen la comunicación con sus cabeceras nacionales e internacionales a fin de contribuir, desde aquí, a la aportación de ayuda conveniente. Del mismo modo no cesan los anuncios de las diferentes cuentas bancarías puestas, prácticamente en todas las instituciones financieras disponibles, al alcance de cuantos quieran aportar sus donativos.