Carta Pastoral del Obispo de Asidonia-Jerez, Mons. José Mazuelos Pérez.
Queridos sacerdotes, religiosos y religiosas,
Estamos estos días entristecidos por la catástrofe que ha provocado el terremoto en nuestros hermanos de Haití. A la pérdida de vidas humanas se une ahora el sufrimiento de quienes han conservado la vida, pero han perdido todo lo demás. Pensamos en los miles de personas gravemente enfermas, en el hambre y la sed de los más débiles.
La Iglesia Católica tiene una larga tradición de presencia, callada pero eficaz, en ese país por medio de nuestras instituciones Cáritas y Manos Unidas, y la ingente labor de asistencia y educación que llevan a cabo los misioneros y misioneras, quienes, en nombre de Cristo y de la Iglesia entregan su vida en bien de los demás.
Es conveniente recordar a los fieles que la Iglesia no solo ha estado presente desde el primer momento, sino que va a continuar en Haití cuando deje de ser noticia. Ahora queda un largo camino de acompañamiento, ayuda material y espiritual.
Pido, tanto a los párrocos como a las comunidades de religiosos y religiosas de nuestra Diócesis de Asidonia-Jerez, que no falte en estos momentos la oración por los damnificados y que se organicen colectas que puedan paliar de algún modo la situación.
Los detalles de las cuentas bancarias se han hecho públicos por diferentes medios y siempre pueden dirigirse al Obispado en caso de duda.
Nuestra ayuda material es un signo de que quienes sufren son nuestros hermanos e hijos de Dios, y a la vez una señal de cercanía y cariño para quienes allí trabajan con los pobres.
Invito a todos a ser generosos, compartiendo con ellos los bienes que Dios nos ha dado.
Con mi bendición.
Queridos sacerdotes, religiosos y religiosas,
Estamos estos días entristecidos por la catástrofe que ha provocado el terremoto en nuestros hermanos de Haití. A la pérdida de vidas humanas se une ahora el sufrimiento de quienes han conservado la vida, pero han perdido todo lo demás. Pensamos en los miles de personas gravemente enfermas, en el hambre y la sed de los más débiles.
La Iglesia Católica tiene una larga tradición de presencia, callada pero eficaz, en ese país por medio de nuestras instituciones Cáritas y Manos Unidas, y la ingente labor de asistencia y educación que llevan a cabo los misioneros y misioneras, quienes, en nombre de Cristo y de la Iglesia entregan su vida en bien de los demás.
Es conveniente recordar a los fieles que la Iglesia no solo ha estado presente desde el primer momento, sino que va a continuar en Haití cuando deje de ser noticia. Ahora queda un largo camino de acompañamiento, ayuda material y espiritual.
Pido, tanto a los párrocos como a las comunidades de religiosos y religiosas de nuestra Diócesis de Asidonia-Jerez, que no falte en estos momentos la oración por los damnificados y que se organicen colectas que puedan paliar de algún modo la situación.
Los detalles de las cuentas bancarias se han hecho públicos por diferentes medios y siempre pueden dirigirse al Obispado en caso de duda.
Nuestra ayuda material es un signo de que quienes sufren son nuestros hermanos e hijos de Dios, y a la vez una señal de cercanía y cariño para quienes allí trabajan con los pobres.
Invito a todos a ser generosos, compartiendo con ellos los bienes que Dios nos ha dado.
Con mi bendición.
+ José Mazuelos Pérez
Obispo de Asidonia-Jerez
Obispo de Asidonia-Jerez