El Hermano Héctor, de Taizé, desarrolla hoy una jornada de encuentros en Jerez para presentar, a miembros de la Curia, al Seminario Diocesano y a jóvenes reunidos en la parroquia de La Granja, el próximo Encuentro de Jóvenes de Sevilla, que tendrá lugar los días 8 al 10 de mayo próximo.Ha tenido una primera reunión, en la Casa de la Iglesia, con José Palomas Agout, vicario de Pastoral; Antonio Jesús Jaén, delegado diocesano de Pastoral Juvenil; Lorenzo Morant Pons, párroco de Santa María Madre de la Iglesia (La Granja), y Manuel Gómez-Tavira, delegado diocesano de Pastoral Vocacional.
Posteriormente ha celebrado la Eucaristía en la sede del Seminario Diocesano, donde ha almorzado y mantenido una posterior conversación con los seminaristas y, por la tarde, ha celebrado el encuentro con jóvenes y la oración, ambos momentos celebrados en la parroquia de Santa María Madre de la Iglesia.
El Hermano Héctor ha presentado el Encuentro de Sevilla como "un fin de semana donde intentaremos vivir como un signo de esperanza que es tan necesario hoy en día, ahora que hablamos tanto de crisis y necesitamos volver a las fuentes de nuestra fe, que es donde encontraremos las fuerzas para construir algo nuevo para la Iglesia y la sociedad".
En la acogida en la tarde del viernes día 8 de mayo, en el colegio de Maristas sevillano, tendrá lugar la asignación de una parroquia y una familia de acogida para participante. En esos destinos celebrarán la oración y el trabajo del sábado 9 de mayo complementado con talleres en otros puntos de la ciudad.
Dos celebraciones pondrán colofón a este Encuentro de Jóvenes. Se trata de la Oración de la Resurrección, que tendrá lugar la noche del sábado, y la Eucaristía oficiada por el Cardenal Hispalense, a mediodía del domingo día 10 de mayo, ambas citas tendrán lugar en la Catedral de Sevilla.
Inspira esta convocatoria sevillana la espiritualidad de Taizé, comunidad monástica ecuménica (con presencia católica, luterana, de la Iglesia reformada y la anglicana) con sede en la pequeña población francesa del mismo nombre que Juan Pablo II llamó (en su visita de 1986) "fuente donde el peregrino se detiene para volver luego a su Iglesia local".
