'Iglesia, bioética y desarrollo humano' es el título que ha desarrollado Monseñor José Mazuelos Pérez, obispo de Asidonia-Jerez, en la conferencia que ha clausurado esta noche, en el Auditorio Juan Pablo II (Obispado), las II Jornadas sobre Bioética y Humanización organizadas por la jerezana Hermandad de la Buena Muerte.
Tras otra conferencia y una mesa redonda con especial protagonismo del papel del médico, en sendas sesiones desarrolladas el pasado mes de noviembre, la intervención del pastor diocesano, que ha llenado el salón de actos de la Casa de la Iglesia, ha constituido un brillante colofón para estas interesantes jornadas.
Monseñor Mazuelos ha dado cuenta de tres planos en los que ha vertebrado su intervención: el cultural-antropológico, el ontológico-moral y el de la pastoral de la vida. Desde esa estructura ha profundizado en el sentido de un necesario desarrollo humano e integral de la persona a la hora de analizar el desarrollo biotecnológico.
"No estamos hablando de 'carcas' y 'progres' ni de derechas e izquierdas ni de cristianos y no cristianos; la pregunta es qué es el hombre", dijo abordando el concepto de dignidad de la persona. Tampoco obvió los intereses económicos que subyacen en las políticas abortistas, eutanásicas o de género.
El obispo señaló que "cuando se niega toda trascendencia se entra en un individualismo radical" en el que, a falta de referencia superior y en un marco puramente materialista, "el sentido de la vida es el placer" y donde valores como el amor o la donación no son contemplados.
Es en esos términos en los que dijo que "lo que se está planteando con la nueva Ley del Aborto es una separación entre el ser humano y la persona" aunque "no hay un científico serio que pueda negar que la vida humana ya lo es desde la misma concepción.
Refirió, Monseñor Mazuelos, ideas como que "la maternidad no desaparece con el aborto porque desde que se concibe el cuerpo de la madre ya se transforma químicamente y humanamente". En ello fijó el daño irreparable que, física y sobre todo psíquicament, también sufre la mujer que aborta.
"El único que cura esa herida se llama Cristo" afirmó rotundamente el prelado, quien dijo que "para hablar de aborto es preciso hablar de libertad, de responsabilidad y de verdad". Del mismo modo señaló que "no callarán la conciencia, no callarán la voz de la Iglesia, que es el objetivo que tienen ellos", en referencia a los promotores de estas políticas.