Estimados amigos, compañeros profesionales de los media...
La Iglesia diocesana es una casa y escuela de comunión, así la definía San Juan Pablo II en la Encíclica Novo milenio ineunte, auténtica carta programática para el nuevo milenio que entonces se inauguraba. Por tanto no podemos hablar de cuota de participación, sino de descubrir que nuestra diocesis es el lugar del encuentro donde compartir aquello que cada uno va descubriendo que sirve para la evangelización.
Creo que todos tenemos que aprender de todos y que tenemos que poner nuestros medios al servicio de los demás. Nuestra Diócesis tiene un gran recorrido en este campo, de la mano de mis antecesores, los profesionales y los colaboradores que integran la Delegación. Me gustaría empezar saboreando el buen trabajo que ya se está realizando y también, como no, ir anotando las cosas que podrían ampliarse, modificarse o mejorar.
Desgraciadamente, también hemos visto los efectos del mal uso de los avances tecnológicos cuando falta una ética de comunicación. Los medios de comunicación no exigen una nueva ética; lo que exigen es la aplicación de principios ya establecidos a las nuevas circunstancias. Y ésta es la tarea en la que todos tienen un papel que desempeñar. La ética en los medios de comunicación no sólo es tarea de especialistas en comunicación social o en filosofía moral; la reflexión y el diálogo deben alcanzar horizontes más amplios y globales.A su vez, a través de la Iglesia, Jesucristo sigue predicando, sanando, dando de comer, escuchando y salvando. Por tanto, la vida de la Iglesia sigue llena de testimonios de esperanza que pueden influir muy positivamente en la época de crisis que estamos atravesando. Esto también es noticia.
En la actualidad las publicaciones en los sitios web oficiales de la mayoría de las instituciones necesitan anunciarse y vincularse a través de las redes sociales. Son los nuevos “titulares” que hacen de reclamo para atraer el interés del público. La Iglesia no se libra de esta situación y tiene que entrar en esta política de comunicación si quiere “existir” en el mundo digital, y en la comunicación social en general.
Jesús es el modelo y el criterio de nuestra comunicación. Para quienes están implicados en la comunicación social —responsables de la política, comunicadores profesionales, usuarios, sea cual sea el papel que desempeñen— la conclusión es clara: « Por tanto, desechando la mentira, hablad con verdad cada cual con su prójimo, pues somos miembros los unos de los otros. (...) No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen » (Ef 4,25.29). Servir a la persona humana, construir una comunidad humana fundada en la solidaridad, en la justicia y en el amor, y decir la verdad sobre la vida humana y su plenitud final en Dios han sido, son y seguirán ocupando el centro de la ética en los medios de comunicación.
Un abrazo en JHS +
Pbro. Sergio Moreno Ruiz,
Delegado episcopal de MCS