Esta mañana ha tenido lugar la conferencia Evangelii Gaudium y Laudato Si: unas claves para una nueva Evangelización a cargo de Monseñor Fernando Chica Arellano, observador permanente de la Santa Sede ante las organizaciones y organismos de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura.
Jerez, 5 de febrero 2016. Dicha conferencia ha tenido lugar en el auditorio Juan Pablo II, en el Obispado y ha sido presentada por monseñor José Mazuelos, obispo de la Diócesis de Asidonia-Jerez. Monseñor Fernando Chica ha reflexionado sobre la Nueva Evangelización tomando como referencia la palabra del Papa Francisco.
Jerez, 5 de febrero 2016. Dicha conferencia ha tenido lugar en el auditorio Juan Pablo II, en el Obispado y ha sido presentada por monseñor José Mazuelos, obispo de la Diócesis de Asidonia-Jerez. Monseñor Fernando Chica ha reflexionado sobre la Nueva Evangelización tomando como referencia la palabra del Papa Francisco.
De este modo, durante su intervención, reflexionaba sobre qué implica la celebración del Año de la Misericordia, afirmando que “tenemos que ser signos de ese Dios que se apiada, que mandó a su hijo en clave de misericordia” y añadía que “debe ser la ley fundamental que habite en cada persona, ya que este mundo tiene necesidad de ese fuego misericordioso”.
Asimismo, en esa misma línea planteaba algunas preguntas, tales como “¿Somos sensibles al grito de los pobres?,¿y sensibles también al de los pecadores?”. Ante ello, afirmaba que “Dios da a todo el mundo una segunda oportunidad y en cambio, nosotros a veces somos jueces, que no logran salirse de su pellejo para ponerse en el del otro”.
En cuanto al Papa Francisco explicaba que “es el Pontífice donde la palabra se hace gesto” y se refería a momentos de Francisco en los que se demuestra esa afirmación. Entre ellos, a su visita al corazón de África, ya que en Kenia plantó un árbol y en referencia a este gesto, monseñor Chica añadía que “fue signo de “esperanza, una palabra que el mundo necesita tanto… y que debe ser camino a seguir”. También relacionaba ese gesto como señal de acompañamiento, ya que “acompañar es el signo del cristiano que comparte con el pobre su suerte” y añadía que “al hacerlo debemos mostrar respeto, acompasando nuestro ritmo al del otro y también demostrando paciencia”. En cuanto a este valor insistía en que al ayudar al otro, debemos plantearnos que “no te ayudo como yo pienso, sino como tú necesitas, para lo que tenemos que hacer el ejercicio de salir de nosotros mismos”. Asimismo, enlazando con ello hablaba de otra virtud, la escucha, animando a que se ponga más en práctica.
Volviendo a la celebración de este Año, incidía en que “Francisco sueña con una Iglesia que sea casa y hogar de la misericordia, en la que nos sintamos en el centro, una Iglesia acogedora” y a continuación, planteaba si “¿son así nuestras parroquias y nuestros hogares?”. Ante ello, continuaba su intervención afirmando que “debe ser una Iglesia en salida, que va a las periferias de este mundo”, así como una Iglesia renovada, “que escucha a fondo la palabra de Jesús”. También añadía que “esta Iglesia tiene que poner a los pobres en el centro de sus programas y no sólo evangelizarlos, sino también dejarnos evangelizar por ellos”, así como ser una “Iglesia en diálogo, que no se imponga, sin déspotas…”.
Haciendo referencia a la encíclica Laudato Si añadía que en este documento se hace hincapié en esa opción preferencial por los pobres, por lo que “debemos recuperar el principio del bien común y la Iglesia, las parroquias, Cáritas… deben ser constructoras de puentes, buscando lo que tenemos en común con el otro”.