Manos Unidas apela a los gobernantes europeos para que no hagan oídos sordos al clamor de justicia y solidaridad que ha surgido entre los ciudadanos ante la mal llamada “crisis de refugiados”.
Desde la perspectiva que nos otorga nuestro trabajo con las personas más empobrecidas del sur, hacemos un llamamiento para que se combatan las causas que producen flujos migratorios como el de las últimas semanas. El discurso del miedo y las fronteras cerradas no son más que el resultado de una política de migraciones fallida, basada en leyes que parecen olvidar la dignidad de las personas y los Derechos Humanos, que a todos nos amparan.
La experiencia nos dice que esta no va a ser la última crisis de refugiados. En Manos Unidas trabajamos desde hace años, y seguiremos trabajando mientras sea necesario, para apoyar a esas personas que lo han dejado todo atrás huyendo de la barbarie y la sin razón de la guerra, tanto en los países en conflicto como en las naciones que, generosamente, y a pesar de las muchas dificultades, llevan años acogiendo a quienes llaman sus puertas pidiendo refugio.
Además, apoyamos proyectos de ayuda al refugiado en otros países de nuestro convulso mundo, que por su lejanía no suponen un “peligro” para nuestro modo de vida.
Desde Manos Unidas, sabedores de que los muros y fronteras no son la solución y que apelar al miedo, a la seguridad y al bienestar de unos frente a la lucha por sobrevivir de otros tampoco; pedimos un esfuerzo conjunto para terminar con los motivos que llevan a miles de personas a dejar todo atrás en busca de ese horizonte de libertad que se encuentra más allá de las vallas y las fronteras. Reclamamos un modo concreto de actuar: más inversión en programas de Cooperación Internacional y más Ayudas al Desarrollo con los que atajar el problema desde la raíz. Exigimos un trabajo serio y eficaz para evitar las guerras, el hambre, la corrupción, las persecuciones religiosas e ideológicas y los conflictos, causados, en gran medida por la pobreza y la injusticia, ante los que tantas veces nos mostramos indiferentes.
Ejemplo de nuestro trabajo en Jordania
Precisamente, nuestras compañeras del departamento de Asia, África Marcitllach y Carmen Pedraza, visitaron ayer uno de los proyectos de ayuda al refugiado que Manos Unidas apoya en Jordania. Allí conocieron la dramática historia de algunos de los refugiados iraquíes acogidos por los religiosos de la Obra de Don Orione en Zarqa.
Miriam junto con sus padres y hermano tuvo que salir de Mosul hace un año, desde entonces vive en un una habitación de un antiguo colegio de los padres de Don Orione en la ciudad jordana de Zarqa, junto a otras once familias.
En Zarqa Miriam y su hermano pueden ir al colegio y, si la persecución a los cristianos y el conflicto continúan, también será escolarizada en Jordania Perla, que salió de Irak en brazos de sus padres cuando tan solo tenía cinco días.
Jumana recibe 35 euros al mes en cupones de alimentos. Y Lara, que vive en Zarqa desde hace casi un año con su marido y sus tres hijos, tras huir de la amenaza del Isis (ejército islámico). La iglesia católica ha escolarizado a los niños, pero su marido, como el resto de los refugiados, no puede trabajar y los ahorros que trajeron se acaban.
Manos Unidas colabora en la manutención de 4.000 de estas personas que tuvieron que dejar atrás toda una vida.