Como ya es habitual en estas
fechas, el pasado sábado fue un día grande tanto para la comunidad parroquial,
como para todo el barrio participando en nuestra tradicional procesión en honor
del Sagrado Corazón de Jesús.
Siempre he disfrutado enormemente
en esta procesión, la fe y la devoción se palpan a cada minuto y a cada
instante recorriendo las calles de nuestro barrio, pero es mucho más que esto,
se trata de la expresión viva de nuestra comunidad diversa y de un barrio
sencillo que pone en el Sagrado Corazón de Jesús su fe.
Admiro profundamente la unidad en
la diversidad que se transmite. Todos los grupos que integramos la comunidad
parroquial participamos en la procesión desde nuestras propias peculiaridades y
a la vez, siendo todos uno. Siempre me vienen a la cabeza y al corazón las
palabras de Jesús: “Padre, que sean uno como Tú y yo somos uno”.
Esta procesión se convierte para
mí en motivo de meditación, alegría, celebración y unión con los hermanos.
Desde la diversidad, nos unimos en alabanza con nuestros cantos acompañando la
imagen del Maestro. Respiro ese amor incondicional e inmenso del Corazón de
Jesús, amor que se manifiesta en mis hermanos y a través de ellos me llega de
forma cálida y cercana, llenándome y volviéndome al Padre.
Al final de nuestra procesión,
como no podía ser menos, tuvimos la fiesta que como cada año organiza Cáritas
en la que pudimos disfrutar de unas horas de convivencia aportando también
nuestra ayuda a las necesidades de los más desfavorecidos. Este es otro momento
para compartir y disfrutarnos como hermanos, hermanos diferentes pero unidos en
uno sólo por nuestro Padre Dios al que nos lleva en todo momento el Sagrado
Corazón de su Hijo.
Mª Carmen Casas Sanz - Catequista