viernes, 24 de septiembre de 2010

MONSEÑOR MAZUELOS MUESTRA LA HUMILDAD DE MARIA COMO INVITACIÓN FRENTE A "LA DICTADURA DEL RELATIVISMO"

El obispo de Jerez ha presidido, este mediodía, la solemne celebración pontifical dedicada a la Patrona de la ciudad, Nuestra Señora de la Merced

Monseñor José Mazuelos Pérez, obispo de Asidonia-Jerez, ha presidido este mediodía la solemne celebración pontifical dedicada a Nuestra Señora de la Merced, Patrona de la Ciudad de Jerez de la Frontera. La imagen ha recorre esta tarde las calles del centro dando sentido popular a una cita que lleva preparándose diez días desde que comenzara la tradicional Novena en su honor en la Basílica a su nombre que rigen los mercedarios, herederos de San Pedro Nolasco.

El obispo ha señalado, tras la renovación del Voto de la Ciudad cargo de la alcaldesa Pilar Sánchez Muñoz, la importancia de que esta celebración patronal sea "una renovación de nuestra fe en Cristo, una llamada a todos a abrir nuestro corazón al Hijo de María, hoy más que nunca tenemos la necesidad de acoger a ese Niño". Eso sí, ha recordado que acogerlo es "abrir de par en par a Cristo, escuchar su Palabra y hacer lo que Él nos diga.

"La dictadura del relativismo amenaza con oscurecer la verdad inmutable de la naturaleza del hombre sobre su destino y sobre su bien último", ha parafraseado el pastor a Benedicto XVI en su reciente visita el Reino Unido, por ello, "en un mundo en el que muchos buscan excluir del mundo las creencias religiosas, relegarlas a lo privado objetando que son una amenaza para la igualdad y la libertad, la mirada a nuestra Virgen de la Merced nos muestra la luz de la sabiduría".

Sus palabras insistieron en la humildad de María para instar su modelo "frente a prepotencia y la soberbia de creerse por encima de Dios, la verdad de que la familia es el verdadero nido ecológico en el que el ser humano puede crecer en amor y en armonía, la verdad de que cuando el hombre quiere construir el mundo sin Dios éste sde convierte en un infierno en el que prevalecen el egoísmo, las divisiones en la familia, el odio entre las personas y los pueblos, las faltas de amor, de alegría y de esperanza como nos demuestra esta crisis que es fruto de querer vivir sin Dios y fundamentarlo todo en el tener".