Desde hace meses, un enorme equipo de personas lleva preparando estos días. Al frente, el obispo diocesano, D. José Mazuelos Pérez y con él, sobre todo, muchísimos jóvenes entusiasmados con el acontecimiento que la Diócesis de Asidonia-Jerez se prepara a vivir en esta semana del 20 al 25 de Marzo de 2011, una semana histórica para la Iglesia Asidonense.
Son más de cuatrocientos los voluntarios que están colaborando en todas las tareas de organización de la JMJ en la diócesis, llevando a cabo las más diversas tareas: música, información, diseño, logística, preparación de la acogida de jóvenes peregrinos y de la peregrinación a Madrid en Agosto..., todas las tareas, desde las más complejas hasta las más sencillas, son imprescindibles en este año en que el Papa Benedicto XVI tiene una cita con jóvenes de todo el mundo en Madrid.
El coro juvenil diocesano creado para la JMJ es símbolo de lo que este evento está suponiendo. Dirigido por D. Ángel Hortas, lo forman casi un centenar de jóvenes de distintas edades y procedencias; son jóvenes de las Comunidades Neocatecumenales, del Movimiento Scout Católico, de un colegio salesiano y de distintas parroquias de la diócesis, vienen de El Puerto, Rota, Jerez, Chipiona, Arcos... y unen sus voces en alabanza a Dios, con una sola fe, pero con un amplio repertorio. Actuaron ya en la Catedral, el Día de la Inmaculada, y se preparan ahora para las grandes celebraciones de esta semana.
El Papa Juan Pablo II entregó a los jóvenes del mundo, allá por el año 1984, una Cruz de madera, como símbolo que identifica las Jornadas Mundiales de la Juventud. Esa Cruz ha recorrido desde entonces los cinco continentes, llevada de mano en mano por los jóvenes que ante ella han rezado, se han emocionado y en la que han dejado ilusiones y lágrimas, oraciones, abrazos y besos. Junto a ella, viaja siempre el icono que Benedicto XVI entregó a los jóvenes en Colonia, poniendo a la Virgen siempre al pie de la cruz, y como protectora de los jóvenes del mundo “llamados, como el apóstol san Juan, a acogerla en su vida”.
Estos dos signos sencillos llegan sobre una carabela, navegando por el Guadalquivir, y desembarcarán este domingo, 20 de marzo, en Sanlúcar de Barrameda, en medio de la mayor pleamar que se recuerda desde el último siglo y que según quienes coordinan el evento es un signo de la “marea de gracia que la Cruz y el Icono traen hasta nosotros, una marea que desborda nuestras expectativas y supera nuestras esperanzas”. El recibimiento en Sanlúcar será el primer gran encuentro festivo. Allí, junto al mar, jóvenes y mayores, familias y consagrados, han sido convocados para la celebración de la Eucaristía, presidida por el Obispo diocesano, para tomar el relevo de la Archidiócesis de Sevilla, donde la cruz ha peregrinado en la última semana.
A partir de ahí, durante cinco días, la Cruz y el Icono de María recorrerán toda la geografía diocesana. Un amplio grupo de voluntarios se encargan de coordinar su recorrido por la sierra, la costa y la ciudad de Jerez.
La cruz y el icono visitarán algunos de los lugares más significativos de la diócesis: la Catedral de Nuestro Señor San Salvador donde toda la diócesis celebrará la Eucaristía unidos en torno al Obispo; los santuarios marianos de Regla y de las Montañas, las Basílicas de la Caridad y de la Merced, la Prioral de Ntra. Sra. de los Milagros en El Puerto y la Iglesia de la O en Rota, el Santuario de San Juan Grande y la Cartuja de la Defensión, donde las Hermanas de Belén velarán como cada noche, pero esta vez, de manera única, ante la Cruz y el Icono de la Virgen, que recorren el mundo entero y que descansarán esa noche escuchando sus voces.
Pero no sólo recorrerá estos lugares emblemáticos, también visitará colegios religiosos e institutos públicos. La Plaza de San Andrés se vestirá con los colores de los scouts, que custodiarán a la cruz como la mejor de las banderas. Niños y jóvenes de la sierra tienen previstas catequesis y rezos en una improvisada pequeña romería “fuera de temporada” en la Ermita de la Virgen de las Montañas. Y muchos cargarán con la Cruz y el Icono por las calles y plazas llevándolos sobre sus hombros, haciéndose eco del encargo que Juan Pablo II hizo a los jóvenes: “Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención”.
El programa de la visita incluye también una atención especial a las distintas vocaciones de la Iglesia. Las familias se reunirán para una celebración por la vida y distintas generaciones, abuelos, padres e hijos uniendo sus fuerzas, serán los encargados de llevar la cruz hasta la Catedral.
Las hermandades, siempre en la plaza, donde ofrecen a la vista de todos el testimonio de su fe, convertirán las calles en la Via-Crucis, donde, al modo andaluz, la Cruz se hará presente en cada una de las ciudades que visitará.
La Cruz pasará también una noche en el Seminario Diocesano que este año celebra sus veinticinco años (junto a la ella, algunos seminaristas serán instituidos acólitos, y un nuevo diácono, D. Pablo Gómez Mateos, estrenará su ministerio, tras su ordenación el día de San José). También se celebrará un encuentro de los sacerdotes y religiosos, que como cualquier cristiano necesitan dejar en la Cruz y bajo el manto de María todas sus preocupaciones y esperanzas (y por cierto, en Sanlúcar, una Hermana de la Cruz -esperemos que nos perdone la indiscreción- cumplirá cien años, cien, el mismo día en que “la Cruz del Papa” llegará a su puerta... merece la pena contar los regalos, tan sencillos como grandes, que a veces Dios hace a los suyos).
Emotivo será sin duda el encuentro en intimidad de todas las monjas contemplativas, que por unas pocas horas cambiarán los muros de sus monasterios para unirse tras las rejas de la Iglesia de las Reparadoras en una oración común. Allí, todos los monasterios unidos ante la Cruz y la Virgen, rezarán seguro por todos nosotros.
Pero sobre todo, la Cruz se acercará a los lugares de mayor sufrimiento, quiere así iluminar el dolor de los enfermos en los hospitales; llenar de esperanza la soledad de los ancianos en sus residencias; acompañar en su faena a la gente del mar, cuando desde un barco pesquero se despida de la diócesis camino de Cádiz el día 25.
La cruz será el Tesoro de los pobres, de tantos que sufren la crisis económica actual y que tendrán su momento privilegiado para poder acercarse a la Cruz de Cristo, junto a Santa Ángela y a la Beata Madre María de la Purísima en Jerez. Los pobres, los más pobres, podrán acercarse como ningún otro a la Cruz y a la Madre, rezarán, renovarán sus esperanzas... y tal vez todos aprendamos a compartir algo más, y a comprometeros a luchar por la justicia, y a combatir la pobreza en esta misma semana en la que Cáritas Diocesana celebra su IV Semana de la Pobreza, preguntándonos a todos: “¿Qué mundo estamos construyendo?”. Todo un signo.
Meses preparando esta semana, cientos de jóvenes metidos en esta refriega. Un proyecto ambicioso, pero siempre a nivel de calle, pues se mueve a pie por la ciudad y el pueblo. Tal vez pasará pronto y rápido, pero seguro que dejará huella en todos los que participarán de sus actividades.
Seguro que por muchos años se recordará el paso de una sencilla Cruz y de un simple icono de la Virgen, desde el segundo domingo de Cuaresma hasta el día de la Encarnación... y al recordarlo, muchos podrán decir “yo estuve allí”.
Lorenzo Morant Pons
Son más de cuatrocientos los voluntarios que están colaborando en todas las tareas de organización de la JMJ en la diócesis, llevando a cabo las más diversas tareas: música, información, diseño, logística, preparación de la acogida de jóvenes peregrinos y de la peregrinación a Madrid en Agosto..., todas las tareas, desde las más complejas hasta las más sencillas, son imprescindibles en este año en que el Papa Benedicto XVI tiene una cita con jóvenes de todo el mundo en Madrid.
El coro juvenil diocesano creado para la JMJ es símbolo de lo que este evento está suponiendo. Dirigido por D. Ángel Hortas, lo forman casi un centenar de jóvenes de distintas edades y procedencias; son jóvenes de las Comunidades Neocatecumenales, del Movimiento Scout Católico, de un colegio salesiano y de distintas parroquias de la diócesis, vienen de El Puerto, Rota, Jerez, Chipiona, Arcos... y unen sus voces en alabanza a Dios, con una sola fe, pero con un amplio repertorio. Actuaron ya en la Catedral, el Día de la Inmaculada, y se preparan ahora para las grandes celebraciones de esta semana.
El Papa Juan Pablo II entregó a los jóvenes del mundo, allá por el año 1984, una Cruz de madera, como símbolo que identifica las Jornadas Mundiales de la Juventud. Esa Cruz ha recorrido desde entonces los cinco continentes, llevada de mano en mano por los jóvenes que ante ella han rezado, se han emocionado y en la que han dejado ilusiones y lágrimas, oraciones, abrazos y besos. Junto a ella, viaja siempre el icono que Benedicto XVI entregó a los jóvenes en Colonia, poniendo a la Virgen siempre al pie de la cruz, y como protectora de los jóvenes del mundo “llamados, como el apóstol san Juan, a acogerla en su vida”.
Estos dos signos sencillos llegan sobre una carabela, navegando por el Guadalquivir, y desembarcarán este domingo, 20 de marzo, en Sanlúcar de Barrameda, en medio de la mayor pleamar que se recuerda desde el último siglo y que según quienes coordinan el evento es un signo de la “marea de gracia que la Cruz y el Icono traen hasta nosotros, una marea que desborda nuestras expectativas y supera nuestras esperanzas”. El recibimiento en Sanlúcar será el primer gran encuentro festivo. Allí, junto al mar, jóvenes y mayores, familias y consagrados, han sido convocados para la celebración de la Eucaristía, presidida por el Obispo diocesano, para tomar el relevo de la Archidiócesis de Sevilla, donde la cruz ha peregrinado en la última semana.
A partir de ahí, durante cinco días, la Cruz y el Icono de María recorrerán toda la geografía diocesana. Un amplio grupo de voluntarios se encargan de coordinar su recorrido por la sierra, la costa y la ciudad de Jerez.
La cruz y el icono visitarán algunos de los lugares más significativos de la diócesis: la Catedral de Nuestro Señor San Salvador donde toda la diócesis celebrará la Eucaristía unidos en torno al Obispo; los santuarios marianos de Regla y de las Montañas, las Basílicas de la Caridad y de la Merced, la Prioral de Ntra. Sra. de los Milagros en El Puerto y la Iglesia de la O en Rota, el Santuario de San Juan Grande y la Cartuja de la Defensión, donde las Hermanas de Belén velarán como cada noche, pero esta vez, de manera única, ante la Cruz y el Icono de la Virgen, que recorren el mundo entero y que descansarán esa noche escuchando sus voces.
Pero no sólo recorrerá estos lugares emblemáticos, también visitará colegios religiosos e institutos públicos. La Plaza de San Andrés se vestirá con los colores de los scouts, que custodiarán a la cruz como la mejor de las banderas. Niños y jóvenes de la sierra tienen previstas catequesis y rezos en una improvisada pequeña romería “fuera de temporada” en la Ermita de la Virgen de las Montañas. Y muchos cargarán con la Cruz y el Icono por las calles y plazas llevándolos sobre sus hombros, haciéndose eco del encargo que Juan Pablo II hizo a los jóvenes: “Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención”.
El programa de la visita incluye también una atención especial a las distintas vocaciones de la Iglesia. Las familias se reunirán para una celebración por la vida y distintas generaciones, abuelos, padres e hijos uniendo sus fuerzas, serán los encargados de llevar la cruz hasta la Catedral.
Las hermandades, siempre en la plaza, donde ofrecen a la vista de todos el testimonio de su fe, convertirán las calles en la Via-Crucis, donde, al modo andaluz, la Cruz se hará presente en cada una de las ciudades que visitará.
La Cruz pasará también una noche en el Seminario Diocesano que este año celebra sus veinticinco años (junto a la ella, algunos seminaristas serán instituidos acólitos, y un nuevo diácono, D. Pablo Gómez Mateos, estrenará su ministerio, tras su ordenación el día de San José). También se celebrará un encuentro de los sacerdotes y religiosos, que como cualquier cristiano necesitan dejar en la Cruz y bajo el manto de María todas sus preocupaciones y esperanzas (y por cierto, en Sanlúcar, una Hermana de la Cruz -esperemos que nos perdone la indiscreción- cumplirá cien años, cien, el mismo día en que “la Cruz del Papa” llegará a su puerta... merece la pena contar los regalos, tan sencillos como grandes, que a veces Dios hace a los suyos).
Emotivo será sin duda el encuentro en intimidad de todas las monjas contemplativas, que por unas pocas horas cambiarán los muros de sus monasterios para unirse tras las rejas de la Iglesia de las Reparadoras en una oración común. Allí, todos los monasterios unidos ante la Cruz y la Virgen, rezarán seguro por todos nosotros.
Pero sobre todo, la Cruz se acercará a los lugares de mayor sufrimiento, quiere así iluminar el dolor de los enfermos en los hospitales; llenar de esperanza la soledad de los ancianos en sus residencias; acompañar en su faena a la gente del mar, cuando desde un barco pesquero se despida de la diócesis camino de Cádiz el día 25.
La cruz será el Tesoro de los pobres, de tantos que sufren la crisis económica actual y que tendrán su momento privilegiado para poder acercarse a la Cruz de Cristo, junto a Santa Ángela y a la Beata Madre María de la Purísima en Jerez. Los pobres, los más pobres, podrán acercarse como ningún otro a la Cruz y a la Madre, rezarán, renovarán sus esperanzas... y tal vez todos aprendamos a compartir algo más, y a comprometeros a luchar por la justicia, y a combatir la pobreza en esta misma semana en la que Cáritas Diocesana celebra su IV Semana de la Pobreza, preguntándonos a todos: “¿Qué mundo estamos construyendo?”. Todo un signo.
Meses preparando esta semana, cientos de jóvenes metidos en esta refriega. Un proyecto ambicioso, pero siempre a nivel de calle, pues se mueve a pie por la ciudad y el pueblo. Tal vez pasará pronto y rápido, pero seguro que dejará huella en todos los que participarán de sus actividades.
Seguro que por muchos años se recordará el paso de una sencilla Cruz y de un simple icono de la Virgen, desde el segundo domingo de Cuaresma hasta el día de la Encarnación... y al recordarlo, muchos podrán decir “yo estuve allí”.
Lorenzo Morant Pons