Ser indígena es sinónimo de explotación y discriminación.
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La mayoría de los indígenas han sido en algún momento colonizados, lo que
ha acarreado con frecuencia algún tipo de esclavitud.
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En los últimos tres años 17 y 2018,
Manos Unidas aprobó 133 proyectos destinados a las poblaciones indígenas, por
un importe de 10,3 millones de euros.
Con motivo del Día Internacional
de los Pueblos Indígenas, Manos Unidas denuncia la situación de explotación y
vulnerabilidad a la que se enfrentan estas personas y, especialmente, las
mujeres, víctimas de una triple discriminación: por ser mujeres, por ser pobres
y por ser indígenas.
Las poblaciones indígenas están
conformadas por alrededor de 400 millones de personas. El 5 por ciento de la
población mundial-, que se distribuyen en unos 5,000 grupos humanos de 70
países. Según la FAO, el 15 por ciento de las personas pobres del mundo son
indígenas.
Para Waldo
Fernández, del departamento de estudios de Manos Unidas, “ser indígena
es, con frecuencia, sinónimo de explotación y discriminación, y de pobreza y
violencia”. “Esto deriva de que la mayoría de los indígenas han sido en algún
momento colonizados, lo que ha acarreado con frecuencia algún tipo de
esclavitud”, explica. “Los indígenas siguen sufriendo, a día de hoy, una fuerte
discriminación que acarrea grandes repercusiones sociales, laborales,
económicas y políticas en su día a día. Además, suelen estar excluidos de la toma de
decisiones y de las instancias políticas; tienen un acceso limitado a la justicia y
sus derechos suelen ser impunemente violados”, asegura Fernández.
En una época en la que el mundo
se deteriora a pasos agigantados y parece haber despertado la conciencia
ecológica y la necesidad del cuidado del planeta, deberíamos “volver los ojos a
las poblaciones indígenas”, aconseja Fernández. Porque, “para los indígenas la
tierra no solo es un bien económico, sino que constituye el espacio físico y
psicosocial donde vivieron sus ancestros, donde se establecen sus relaciones y
su organización social, y donde interactúan para sostener su identidad y sus
valores”.
Las prácticas agropecuarias y forestales de los pueblos indígenas protegen
una parte importante de la diversidad biológica mundial. “En sus territorios
conservan casi el 80 por ciento de la biodiversidad del planeta, aunque son
propietarios sólo del 11 por ciento de esas tierras. La cultura
occidental, obsesionada con poseer, dominar y lucrar, debería aprender algo
de la sabiduría de los indígenas para reequilibrar nuestra
relación con la naturaleza y con el cosmos”, explica Waldo
Fernández.
Las mujeres, las más
discriminadas
Y este trabajo de cuidado de la
tierra recae fundamentalmente en las mujeres. “Ellas son las que mejor conocen
y custodian las tradiciones y los recursos naturales de sus comunidades, sobre
todo las semillas, y son las que más aportan a la conservación de la
biodiversidad planetaria”, explica María José Hernando, del departamento de
Estudios de Manos Unidas.
Además, como en otros grupos y
sociedades, las mujeres indígenas son las que producen los alimentos para ellas
y sus familias. “Por eso, cuando el alimento escasea, ellas tienen la
responsabilidad de ir a buscarlo, con los peligros que eso entraña en entornos
poco seguros, violentos y desconocidos”, asegura Hernando, para añadir que “en
los lugares en los que las poblaciones indígenas tienen que emigrar, son las
mujeres las más expuestas a los riesgos, a la violencia y la explotación”.
La discriminación afecta a todos
los ámbitos de la vida de las mujeres indígenas y recrudece las desigualdades.
“En comparación con los hombres, participan menos en la vida social y en la
toma de decisiones de sus comunidades, condicionadas, sobre todo, por el
analfabetismo y los bajos niveles de educación; conocen menos sus derechos y
son menos capaces de defenderlos, aunque se muestran firmes en movilizarse
cuando tienen que huir de la violencia, de los desastres ambientales o de la
expulsión de sus tierras”, explica Hernando.
“Las mujeres indígenas se
enfrentan a una triple discriminación: son pobres, son indígenas y son mujeres.
Esto suele suponer que, a la situación general de su grupo social, se añaden prácticas
culturales nocivas, como los abusos sexuales o la violencia…”, manifiesta María
José Hernando.
Manos Unidas y las poblaciones indígenas
La mayor parte de los proyectos relacionados con
poblaciones indígenas apoyados por Manos Unidas tienen relación con el derecho
y la protección del territorio; la salvaguarda de sus recursos naturales,
hábitat y medio ambiente; la seguridad y soberanía alimentaria y el derecho a
la alimentación; el respeto y protección de sus valores, creencias, tradiciones
y modelos de producción sostenibles; su derecho a la salud y a la educación.
En los últimos tres años, Manos Unidas ha aprobado
133 proyectos destinados a las poblaciones indígenas, por un importe de 10,3
millones de euros.