“Dios ha tenido Misericordia con vosotros por medio de la llamada que os ha hecho; ahora os toca a vosotros, en medio de este mundo, irradiar esa misericordia recibida”, les ha dicho monseñor Mazuelos en la Eucaristía de la parroquia de Ntra. Sra. de Fátima
Jerez, 29 de diciembre de 2015.- Los diáconos permanentes han festejado a su patrón, San Esteban mártir, en una celebración que, en la parroquia de Nuestra Señora de Fátima y acompañados tanto por sus esposas como por sacerdotes compañeros en el clero que han concelebrado, ha reunido a los once aspirantes que en estos momentos se forman para incorporarse a este servicio a la Iglesia.
Jerez, 29 de diciembre de 2015.- Los diáconos permanentes han festejado a su patrón, San Esteban mártir, en una celebración que, en la parroquia de Nuestra Señora de Fátima y acompañados tanto por sus esposas como por sacerdotes compañeros en el clero que han concelebrado, ha reunido a los once aspirantes que en estos momentos se forman para incorporarse a este servicio a la Iglesia.
Monseñor José Mazuelos ha presidido la ceremonia, los ha alentado en la labor que prestarán en Asidonia-Jerez y ha entregado un crucifijo a los seis futuros diáconos permanentes que en estos momentos están en segundo curso. “Dios ha tenido Misericordia con vosotros por medio de la llamada que os ha hecho; ahora os toca a vosotros, en medio de este mundo, irradiar esa misericordia recibida”, ha dicho.
El Diaconado Permanente, restablecido por el Concilio Vaticano II en armonía con la antigua tradición que enlaza con Esteban, el primer diácono, ha ido conociendo un fuerte impulso y ha producido frutos prometedores en favor de la urgente obra misionera de la nueva evangelización. Los ministerios de la liturgia, la palabra y la caridad los caracterizan.
La Santa Sede y numerosos episcopados, entre ellos el nuestro, no han cesado de ofrecer elementos normativos y puntos de referencia para la vida y la formación diaconal y hoy en día es toda la realidad desde la visión doctrinal fundamental, el consiguiente discernimiento vocacional y la preparación, vida, ministerio, espiritualidad y formación permanente.