FERVORÍN A NUESTRA SEÑORA
DE LA MERCED
Martes, 24 de septiembre
de 2013
Ante la basílica, al
final de la procesión
Gabriel Alvarez Leiva
¡La basílica te aguarda,
morena Madre y Señora,
mas deja que el fervorín
en mi boca sea confín
de tu procesión, Patrona!
María de la Merced,
nos has visto por las calles,
conoces ya nuestro anhelo
y contemplas desde el cielo
amor y penas a pares.
Hemos querido ser nardo
pero nos sentimos presos.
Te hemos musitado "guapa"
y en tu templete de plata
se arracimaron los rezos.
Pero nos falta alegría
y, en nuestra pequeñez,
doblegamos las rodillas
creyendo lejos la orilla
de nuestro mejor Jerez.
Tu salida de este año
que ya llega a su final
nos permita la hermosura
de sentir sin más fisuras
que la fe no ha de faltar.
La mía te nació cerca.
Lo quisieron Juan y
Luisa.
El primero ya contigo,
la segunda ese abrigo
que en su vejez propicia.
Te conocí de la mano
de mis padres aún muy niño.
Sabatinas setenteras
alimentaron la espera
de quien vendimia en tu liño.
Y aprendí aquellas salves
balbuceadas sin tino.
Y subí las escaleras
del camarín y a tu vera
hoy cuando vuelvo me inclino.
Libera a las familias
de desestructuración.
Procúrales, como a mí,
aquel calor que sentí
y me llenó el corazón.
María, tan maternal
que tu seno nos ofreces,
acaba ya con la lacra
que cercena y masacra
la vida desde los vientres.
A los jóvenes que ves
con futuro tan incierto
convócales a tus plantas
y aliéntales la más santa
travesía del desierto.
Al matrimonio unión,
a los mayores su sitio
y a todos que en tanta lucha
nunca pierdan esa escucha
que necesitan los hijos.
Y, con todo, aquí estamos.
De imperfecciones vestidos.
¡Arreglados en tu fiesta
como signo de dispuesta
condición de redimidos!
Éstos que aún te rodean,
como el que ocupa el balcón,
somos parte de esa historia
de siete siglos de gloria
y patrocinado amor.
Desde el horno de las tejas
te queremos sin mesura,
aunque exista quien sentencia
la quiebra de la tendencia
por secular apretura.
¡Sonríenos, Madre mía!
¡Bendícenos, mi Merced!
¡Enséñanos que la oscura
aprensión que nos apura
no tiene razón de ser!
Y que el negro de tu cara
morena, racial y bella
nos incite tolerancia
para acoger sin jactancia
al inmigrante que llega.
Cuida a los sacerdotes,
protege a frailes y monjas,
promueve las vocaciones,
apoya sus intenciones,
condúcelos sin lisonjas.
Impúlsanos a los laicos,
enséñanos el glosario
de virtudes que ya alumbro
en la convicción de un mundo
de espíritu mercedario.
Amparándonos en ti,
liberando esclavitudes,
aprendiendo de tu Hijo,
alzándome si me aflijo,
humillando altitudes.
Y ahora, Merced que alivias
los pesares cotidianos,
no te vayas sin decirte
que Jerez ha de vestirte
de sus mejores arcanos.
Los cantes de Santiago,
el arte en La Albarizuela,
La Cartuja y sus caballos,
fe en Federico Mayo,
San Benito y La Plazuela.
Las aguas de la Alcubilla
te refresquen la mañana.
La Granja reciba el sol,
y te lo envuelva de amor
por calles, callejas y plazas.
Sea así: todo Jerez
tan a tus plantas volcado
que no solo en el
trayecto
recorrido por el centro
fuimos cientos los
marianos.
Que por Ti, nuestra Patrona,
seguimos sacando pecho
quienes nos regocijamos
de sentirnos a tu lado
un poco menos maltrechos.
Por Merced, Ancha y Porvera
bajó la sal y la aurora,
esa esperanza morena
que nos quitará las penas
con tu luz abrumadora.
Y ahora que te recoges
sé de nosotros el pábulo,
alimenta en la carencia
y tu voz sea conciencia
que suene a tintinábulo.
Has abierto camarines
al rumor de la sencilla
llamada a la oración.
Has abierto el corazón,
Merced, entre campanillas.
Ante ti, sin remisión,
se inclinaron los blasones
de esta ciudad-camafeo
que guarda tu conopeo
entre sus mejores dones.
Y si el hondón de la historia
lleva ecos aún, María,
de una panoplia de escudos,
salvanos de ese desnudo
sentimiento de porfía.
Tres cuartos ya del milenio
del pendón recién llegado,
y nosotros los guiones
sacamos con los galones
de un memorial propiciado.
Enséñanos que, con todo,
ya no es tiempo de banderas.
Muéstranos bien el camino
para que nuestros destinos
sumen razones señeras.
Y como no he de negar
donde recrece mi fe,
te pido por los cofrades.
¡Que cada vez más cabales
te lleven por mi Jerez!
Y por esos 'capataces'
de nuestro incierto futuro.
Para que nunca se achanten,
orienta a los gobernantes
a su servicio más puro.
Haznos meter bien los hombros,
como buenos costaleros.
Haznos sentir ese orgullo
que a tus plantas arguyo
como talante certero.
Y si, a la voz de Martín,
habéis sido su empuje
hacia el cielo de Jerez,
que la Patrona Merced
vuestra sonrisa dibuje ...
... en las caras sudorosas
de esta noche septembrina.
¡María, llegó a su templo
y se pararon los tiempos
bajo está luz ya cetrina!
¡La Virgen, tras el paseo,
a punto de entrar en casa
nuestra intención bendiga!
¡Señora, que no se diga
que no hay amor en la plaza!
¡Santísima redentora
que nos abres los cerrojos;
Florecita de cerezo,
ten el penúltimo rezo
antes de entornar tus ojos!
¡Dios te salve allá en la gloria!
¡Dios nos salve de tu mano!
¡Dios nos enseñe el camino
y en las uvas palomino
de viñedos jerezanos ...
... su sangre se haga ese vino
que consagre la apostura
del Sacramento bendito
que al paladar exquisito
dé su infinita estatura!
¡Ay, sagrario virginal,
que alivias los calabozos!
Merced, que pintas los cielos
del color de los anhelos ...
¡Ay, Madre de nuestros gozos!
Ya sé que tienes que irte,
que aquí acaba mi alarde,
que el templo, con impaciencia,
por acoger con urgencia
tu señorío ya arde.
¡Llena eres de la gracia
porque el Señor es contigo!
¡Bendita, Merced, tú eres
entre todas las mujeres!
¡¡Bendícenos a tus hijos!!
¡¡Santa María, Patrona!!
¡¡Madre de Dios, jerezana!!
¡¡Que en la sombra de la noche
perdones nuestro derroche
asegurando el mañana!!
¡¡Merced, coronada siempre
de la gloria del Señor,
por los pecadores ruega
y en esta modesta prueba
reconoce nuestro amor!!
¡¡¡Que ahora y en la hora
en que se agota la cera,
al final del fervorín,
protege hasta su confín
a este Jerez sin fronteras!!!
Acabado de escribir el 2
de agosto de 2013, día de Ntra Sra de los Ángeles
Gabriel Álvarez Leiva