Roma,
a 8 de marzo de 2013
Mis queridos hermanos y amigos
en Cristo,
Después de una semana de encuentros
entre cardenales, conocemos la fecha del inicio del Cónclave, 12 de marzo. A
simple vista, a nadie se le pasaría por la cabeza que tal día tenga un significado
especial, ni buscado ni intencionado, pero, más aún, me atrevería a decir que
nada casual. Lo digo porque cuando eres dócil al Espíritu, puedes ir más allá
de la superficie, de las meras coincidencias, de lo puramente racional.
Indagando en esta cuestión, recorriendo a forma de flashback la Historia de la
Iglesia, me encontré con 8 grandes acontecimientos que ocurrieron ese mismo
día, 12 de marzo. Pero como os decía, la fuerza del Espíritu me impulsaba a
detenerme un instante para fijarme en estos 8 grandes momentos de la historia
de la Iglesia que paso a describir brevemente.
En primer lugar, el 12 de marzo de
1878 vino al mundo una gran santa italiana, muy querida, santa Gema Galgani,
una de las primeras mujeres estigmatizadas del siglo XX. Ella acostumbraba a
decir: “Denme a Jesús…y verán qué buena seré. Tendré un gran cambio. Nunca
más cometeré un pecado. Dénmelo. Lo anhelo tanto, no puedo vivir sin Él”.
Como todos los santos, Gema fue probada en el sufrimiento hasta el final de su
vida, a los 25 años.
De una santa italiana mística pasamos a un
santo doctor de la Iglesia, no menos místico, el Papa san Gregorio I Magno,
quien regresó a la casa del Padre un 12 de marzo del año 604. Uno de los
grandes Padres de la Iglesia junto a san Jerónimo, san Agustín y san Ambrosio.
No sólo es autor de la famosa Regla Pastoral, sino que contribuyó a la
evolución del canto gregoriano. Como nuestro querido Papa emérito Benedicto
XVI, gustaba de retirarse al monasterio; de hecho, se convirtió en el primer
monje de la orden de San Benito en alcanzar el papado al cual, por su ejemplo
de vida y su fortaleza espiritual, daría celebridad en todo Occidente.
No podemos olvidar que el 12 de marzo del
417, el Papa Inocencio I entregó su alma al Padre. Gran amigo de san Juan
Crisóstomo, se enfrentó al pelagianismo con tanta autoridad y decisión que S.
Agustín pronunció aquello de: Roma locuta, causa finita (cuando Roma ha
hablado, la causa está terminada).
Un cuarto acontecimiento nos remite a una de
las canonizaciones quizás más famosa de la Historia de la Iglesia, la de los
cinco magníficos. Cuatro españoles y un italiano: Ignacio de Loyola, Francisco
Javier, Teresa de Ávila, Isidro Labrador y Felipe Neri. Todos santos al mismo
tiempo, canonizados por el Papa Gregorio XV el 12 de marzo de 1622. ¡Tres
grandes fundadores! San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús;
Santa Teresa de Ávila, mística doctora de la Iglesia, fundadora de la Orden de
las Carmelitas descalzas; y san Felipe Neri, fundador de la Congregación del
Oratorio.
Por otro lado, recordemos aquella memorable
coronación papal que fue la primera en la que se realizó una filmación y la
primera coronación difundida en vivo por radio: la del Papa Pío XII, celebrada
el 12 de marzo de 1939. El Papa del Cuerpo Místico que nunca dejó de rezar el
Rosario cada día a la misma hora, tuvo el privilegio de promulgar el último
dogma mariano, la Asunción de María a los cielos, el 1 de noviembre de 1950.
Como músico, no
podía dejar de mencionar al gran organista y compositor francés, conocido por
sus sinfonías, Charles-Marie Widor. Falleció el 12 de marzo de 1937. Muy relacionado con las ceremonias del Papa,
pues su Toccata de la Sinfonía nº 5 es una de las más sonadas al final de la
ceremonia papal.
Y todavía restan dos grandes
acontecimientos: por un lado, la renuncia de Madre Teresa de Calcuta y, por
otro lado, la Jornada del Perdón con Juan Pablo II.
Fue el 12 de marzo de 1997, el último
día que la beata Madre Teresa de Calcuta estuvo como guía de la Congregación de
las Hermanas de la Caridad, pues al día siguiente presentó su renuncia. Fue
reemplazada por sor Nirmala.
Y he
dejado para el final, por su sentido cuaresmal, la Jornada del Perdón,
celebrada el 12 de marzo de 2000, con nuestro querido Papa Magno, el beato Juan
Pablo II. De todas las ceremonias que nos regaló la Iglesia guiada por el Santo
Padre Juan Pablo II durante ese Gran Jubileo del Año 2000 que había iniciado la
noche de Navidad de 1999, con la apertura de la puerta santa de la Basílica de
San Pedro, una de las que tuvo mayor repercusión, dentro y fuera de la Iglesia,
fue la Jornada del Perdón. De ella destaco estas palabras del beato en su
homilía memorable: “Como Sucesor de Pedro, he pedido que "en este año de
misericordia la Iglesia, persuadida de la santidad que recibe de su Señor, se
postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus
hijos" (ib.). Este primer domingo de Cuaresma me ha parecido la ocasión
propicia para que la Iglesia, reunida espiritualmente en torno al Sucesor de
Pedro, implore el perdón divino por las culpas de todos los creyentes. ¡Perdonemos
y pidamos perdón!”.