El toro y la botella que caracterizan dos de las vallas publicitarias más reconocidas de nuestras carreteras son, hoy en día, los únicos habitantes de la vieja cantera que, en la actual planta de reciclaje de residuos de obras y demolición, parece presentar el signo de un destino irremediable: los templos y otros edificios construidos en Jerez, entre los siglos XVI y XVIII, con piedra extraída de ella son ahora pasto de mil problemas, urgentes rehabilitaciones, cierres irremediables y hasta temores de desaparición con uno de sus orígenes en la biocalcarenita porosa con que las construyeron.
Las iglesias de San Mateo, San Miguel, San Dionisio y Santiago han sufrido cerrojazos inevitables en los últimos 15 años. En todos los casos, el estado de esta piedra de la Sierra de San Cristóbal fue siempre una de las razones de la ruina o, cuanto menos, una de las causas que mayores dificultades presentaban a la hora de abordar los trabajos de rehabilitación. La propia Catedral también pasó por ello hace más tiempo aún. El primer edificio religioso jerezano es ahora el destinatario del fruto que dará un convenio suscrito entre el Obispado y la Escuela Superior Técnica de Ingenieros de Sevilla.
Colaboración de la Aicia
La Asociación de Investigación y Cooperación Industrial de Andalucía (Aicia) ha favorecido este acuerdo por el que un equipo de expertos procederá a realizar un estudio de las condiciones del templo catedralicio. A resultas de ello se planificará una actuación en la que el responsable del grupo de ingenieros técnicos y arquitectos que lo asume tiene una experiencia contrastada. Manuel Alcalde Moreno, profesor del Departamento de Ingeniería Química y Ambiental, ha realizado labores similares en casi todas las catedrales andaluzas. Junto a él, José Vale, Rosario Villegas, Fátima Arroyo y Lola Robador estudian ya las muestras que se llevaron esta semana a Sevilla.
Sin embargo, ya conocen bien este material con el que trabajan. No en balde la Catedral Hispalense o el edificio renacentista del Ayuntamiento sevillano cuentan en esta piedra su elemento constructivo fundamental. Pero, además, ya contaron en la Escuela Superior Técnica de Ingenieros de Sevilla con un alumno cuyo proyecto de fin de carrera abordó el estado de la piedra de la Catedral de Jerez. Es Jorge Rodríguez Sanchís, hoy en día trabaja en el Instituto de Tecnología, realizó su trabajo en 1996 y dos años después fue llevado por el Departamento a un congreso en Cuba.
También piedra de Martelilla
"Esta biocalcarenita de la cantera portuense no es la única piedra con la que está hecha la Catedral jerezana", reconoce con todo el profesor Alcalde. También se hace presente en el templo objeto del estudio la popular piedra de La Martelilla, "una caliza muy heterogénea, más o menos porosa dependiendo de la zona de la cantera de la que se haya cogido", explica el especialista. El caso es que la permeabilidad de uno y otro elemento constructivo ocasionan el suspenso en el exámen al que el paso de los siglos somete a algunas de nuestras obras arquitectónicas más emblemáticas.
Con todo, lo cierto es que no es la única razón del actual estado de los templos construidos con estos materiales. Manuel Alcalde otorga a los efectos ambientales un papel fundamental. Así, si la Catedral de Sevilla sufrió -ahora menos por la restricción del tráfico en su entorno- la afección de la contaminación, que es la que más caracteriza al denominado 'mal de la piedra', en Jerez las razones que han coadyuvado al deterioro tienen otra naturaleza: "La piedra, por su propia naturaleza, es fácil de alterarse con los ciclos de humedad o los cambios de temperatura", indica.
Actuar sobre el microclima
Y a ello hay que sumar un tercer problema: "Hemos comprobado, lo que aunque no es problema de la piedra le afecta, problemas de mantenimiento como ciertas carencias en la impermeabilización de las cubiertas o la presencia de vegetales en ellas que es necesario eliminar". Es ahí donde es preciso comenzar la intervención y, de hecho, ya se está realizando. "La Catedral se está interviniendo en ese aspecto y, en nuestra visita -el lunes pasado-, hemos estado viendo que se está haciendo correctamente", dice el profesor conviniendo que "eso evitará que el deterioro siga acelerándose en su interior".
La intervención estructural ha de verse continuada por una actuación en el microclima lo que, aunque se está en proceso de estudio, lleva a Alcalde a adelantar que la solución a las altas temperaturas y elevados cotas de humedad que provocan "esa sensación de bochorno en su interior" pasa por lo que denomina una ventilación cruzada. "Hay una serie de ventanas que no son vidrieras que tengamos que respetar y no es que haya necesariamente que suprimir sino, más bien, colocar una ventana que se pueda abrir y cerrar, incluso con un mando a distancia como ocurre en algunos otros templos de España o con un interruptor que colocar abajo", apunta.
Peor la nave de la epístola
"Si lo primero que se hace en una casa, por la mañana temprano, es abrir las ventanas y airearla, las catedrales también", explica haciendo más gala de sentido común que de expertos conocimientos sobre la materia en la que ostenta el magisterio adecuado. Lo cierto es que hay cosas imposibles de solucionar y que también son factor determinante: la ubicación de la iglesia. La nave de la epístola, la que preside el altar de San Juan Grande, con fachada lateral en la plaza de la Encarnación, tiene orientación suroeste y, por tanto, mayor exposición a la entrada del agua de lluvia. Es ahí donde se concentran buena parte de los problemas.
Sólo cuando los problemas de impermeabilización y eliminación de las cubiertas se ha resuelto y se ha establecido la ventilación adecuada es cuando se actúa directamente sobre el estado de la piedra. El trabajo de laboratorio, sobre cuya mesa ya reposan las muestras llevadas esta semana a Sevilla, consiste fundamentalmente en pruebas de alteración acelerada de los tratamientos sobre la piedra. "Hoy en día se interviene en los edificios empleando productos de tratamiento sobre la piedra como consolidantes, hidrófugos, unos acrílicos otros silicónicos", dice Manuel Alcalde.
El profesor reconoce, con todo, que se trata de "una serie de productos que muchas veces se han utilizado sin saber cuál es el mejor y el que más conviene a la piedra". Y, sin embargo, cuentan en el Departamento con una dilatada experiencia en la utilización del envejecimiento de estos tratamientos de modo que, como indica tranquilizador, "el Obispado de Jerez puede fiarse de nosotros". Así sea.
(La Voz, 4-Octubre-2010)